lunes, 30 de noviembre de 2015


                                                                  EN…

Los recuerdos de tu nombre vienen dibujando en esta noche los paisajes que escribes en colores a la luz del encuentro al amanecer. Las letras oscuras de tu mirada de universo vienen en este folio escribiendo fantasías con luces de estrellas fugaces. Con el pincel de mil formas entonan una melodía infinita en el piano de un arco iris, cuando me miras y te miro, cuando sonríes y sonrío, cuando me abrazas y el mundo entero se para, cuando la realidad se hace un momento infinito.

 En ese instante supremo, cuando se funden tu día y mi noche, cuando dos realidades hacen un solo camino, y dos almohadas escriben un mismo sueño. En ese sublime momento, cuando mis ojos se llenan  con la luz de tu mirada, y miramos los dos hacia un mismo sentimiento. En ese latido infinito, cuando tu corazón hace guiños de diástoles y el mío le contesta con sístoles en carne viva. En ese cálido instante, cuando los pasos de mis manos encuentran la meta de seda de tu mejilla en una caricia alada.

 En la sutil transparencia de tu deseo encadenado al encuentro de alba y rosa de mi amanecer contigo. En el folio por hacer de tu sueño entre dos ausencias, al dibujar con anhelos las horas en vacío. En ese camino en blanco que cada noche se abre con las sombras de la ausencia, y que alumbramos en colores con la luz de un beso en esperanza. En esos pasos perdidos que caminan en la nada, y que se hacen paralelos en el amanecer luminoso del alba entre dos miradas. En esa música sin notas en el  piano  del camino a solas, que se tornan teclas en blanco y negro en la fantasía del abrazo en la alborada.

En ese folio negro de tu  ausencia y mi vacío, que pintaremos de luz y colores con la rima de tus besos. En ese vacío en redondo de mi ático en penumbra, que llenaremos de sensaciones con el poliedro emocional de tu presencia entre las manos.  En la vivencia sonora de tu callada ausencia, que pintaremos de letras azules, y llenaremos el  blanco de los folios con lluvia de sonrisas en los páramos resecos de los días sin noche y las noches sin ti. En la realidad que encarcela nuestros sueños en la celda de la madrugada a solas escribiremos libertad con luces de sol y alborada en las paredes blancas de las calles del día.

Y cuando al fin pueda estar contigo, cuando esté lleno de ti, inventaré palabras para decorar tus sueños, letras nuevas para iluminar tus noches. Haré de cada sueño un mundo por compartir. Cuando al fin sea alba en tu amanecer y luna en tu madrugada, entonces, encenderé un nuevo día con las luces verdes de esperanza de las letras de tu nombre.  
 
                                              Imagen bajada de la red
                                               https://youtu.be/Gab1-j5xBi0

miércoles, 18 de noviembre de 2015


                                               PLAYA DE LETRAS  

Como buscando una luz aquellas letras  fueron llegando hasta la playa del atardecer. Primero en pequeños grupos, luego en frases enteras, que sin orden ni sentido fueron descansando sus formas sobre la arena blanca. Sus ojos azules se fueron llenando de mar y ocaso, y tras cada ola miraban un poco más allá, allí donde el cielo se funde y se hace uno con el horizonte, donde nacen las olas y la espuma dibuja nubes con la puntilla blanca de los sueños. Tras el verso de cada ola, las letras buscaban la rima consonante de otra letra enamorada, para comenzar unidas un poema nuevo. Y la rima asonante buscaba la letra solitaria para intentar un  nuevo camino, un sueño entre dos almohadas. Dos pasos más  allá también las letras buscaban su yo íntimo, su complemento y su ser en la playa blanca de aquel folio. Y tras cada unión, tras cada ser y sentido se encendía un verso, una vela de ilusión, salpicada de arena y olas. Y así aquél folio se fue llenando de letras hechas frases, de frases llenas de ilusión y esperanzas. En un momento todo el folio era puro sentimiento dibujado entre letras y frases plenas de vida, aún sin forma definida.  Y llamaron a las puertas de la noche desde su sonrisa creciente les sonrió la luna. Con su lápiz de luz de plata fue escribiendo realidades sobre arena, y nacieron sueños y anhelos, versos y vivencias al compás de aquella sonrisa que nacía y crecía, menguaba y se escondía, jugando al escondite tras la cortina oscura del universo que  sonreía divertido    con guiño de estrellas. El aire tibio de poniente trae olores de letras nuevas mientras en la playa blanca de mis sueños, esta noche, sin saber cómo, un folio lleno de anhelos, de sueños y de esperanzas, ha amanecido entre mis manos. En el aire, sonriente los ecos lejanos de una música amiga se alejan camino de la vieja cassette. Ella sabe y calla. Amiga y cómplice me duerme entre sus brazos al calor de sus notas. Los pasos irisados del amanecer traen arena blanca y un sabor a mar y olor a olas en su pentagrama azul. 
                                        Imagen bajada de la red
                                       https://youtu.be/A7v1nawwgDA   

domingo, 1 de noviembre de 2015


                                              RECORDANDO

Era el día de Todos los Santos del año 1964. Por la calle Mesones, entonces Calvo Sotelo, una furgoneta verde repartía propaganda de un circo instalado en la era detrás de la gasolinera y anunciaban a la mujer más fuerte del mundo, la Sansona, decían los papeles que tiraban al aire. Empezaba a hacer frío y mientras la tarde se iba se encendieron las luces de la calle, tocaba recogerse en casa. Al calor de la candela me entretenía jugando con el soplillo o las tenazas atizando las brasas, para quedar una vez más hipnotizado por aquel baile encarnado que hacía piruetas imposibles y subía por la chimenea camino del negro del cielo. Cansado de jugar cogí de entre unos  papeles unos folios que estaban escritos a máquina, su título “ Las Reglas de Urbanidad “, y me embarqué en sus letras. A lo lejos un ruído se fue acercando poco a poco llamando mi atención. Curioso me asomé a la puerta de la casa. Un grupo de muchachos venía calle arriba con unos cestos con comida y otros con algo extraño en las manos que hacía aquel ruído tan desagradable. Eran matracas, tablas de madera con unos aros fijados en sus caras, que al girarlas sobre sí mismas hacían aquel ruído extraño. Las hacían girar los monaguillos, que iban por el pueblo pidiendo comida , para luego en la noche de difuntos comerla en el campanario de la torre junto a las migas que hacía Juan López, Tío Vinagre. Aquel ruído se me clavó en el alma y no hubo forma de dormir. Sonaba a raíces antiguas, a tétrico, a oscuridad. Con los años se perdieron las migas en la torre y las matracas, y llegaron las visitas a los cementerios. Por la mañana, desde la escuela tocaba ir al de los italianos. Tocaba ir en filas, los niños a un lado y las niñas a otro, hasta allí, un responso y vuelta a casa. El día de Todos los Santos se iba al Cementerio Viejo y  al Nuevo se iba en los Fieles Difuntos. Y allí que íbamos con nuestros faroles, y las flores de pensamiento y aquellas orlas de color lila con letras dolientes de color dorado. Los monaguillos íbamos junto a D. Diego Murillo Nogales para recoger el dinero de los responsos. La costumbre era de un responso por difunto, habiendo casos de cuatro o cinco responsos en un nicho. El precio… un duro por responso, que se guardaba en una bolsa de terciopelo rojo. En el Cementerio Nuevo se empezaba cada año por un lado diferente para que diese tiempo a todos a tener su responso. De aquellos años me que quedó el ruído de las matracas y ese olor tan especial que tienen estas noches. A la luz de las mariposas de papel o las palmatorias que ponían mi abuela o mis tías aprendí a rezar por aquellos que se fueron antes, por los que me enseñaron.  Años después no enciendo velas, pero si rezo antes de dormir ese Padrenuestro que me enseñaron a mis seis años. Y aprendí que nadie muere, pese a ausencias y vacíos, mientras se le recuerde en el corazón.
 
                                                  Imagen bajada de la red
                                                 https://youtu.be/Iyi_kw_0WHM