sábado, 16 de abril de 2016


                                                AQUEL CORAZÓN

Huele la tarde a flores nuevas, a verde esperanza, a primavera. Todo el patio es un canto a la vida, una paleta multicolor iluminada con los dedos de oro del sol poniente, mientras la vida esparce su olor entre mil corazones que laten en verde y barro, poniendo notas de olores al pentagrama blanco de cal y tarde.
 Sin saber por qué un pensamiento escribió deseos en el aire, y con pasos impacientes subió las escaleras hasta el olvidado desván. Dormido entre penumbras, solo algún dedo de sol ponía luz a su sueño, vida a su soledad. En un rincón apartado, como no queriendo molestar un viejo baúl guarda en su alma de madera, los sueños que un día viviera un corazón que empezaba a amanecer, que descubriera la ilusión de una mirada con ojos de universo, la voz susurrante y nerviosa de unos silencios sonoros que gritaban ilusiones calladamente esquivos.
Aquel corazón supo de pasos perdidos tras las huellas de un nombre que por doquier decoraba las paredes de su ilusión. Supo también de pasos ora coincidentes, ora a contravía, por las calles del deseo, en las esquinas del día. También vio como la tarde, ponía reflejos de oro y seda en el terciopelo rosa de unas mejillas que se encendían de ilusiones cuando las pupilas eran reflejo del ocaso.
 Aquel corazón aspiró la primavera naciente en el aroma de rosas rojas y blanco jazmín que el aire hacía vibrar con notas de abril y brisa. Y sintió latir la vida cuando un verde de espigas en flor ponía telón de fondo en unos pasos que escribían caminos con letras azules de poniente y amapolas. Sintió también como el mar blanco de una sonrisa infinita ponía música de olas y espuma de arena al encuentro causal de dos ilusiones en el mar infinito de dos playas paralelas.
 Envueltas en sensaciones y sujetas con lazos de eternidad mil músicas guardaban el paisaje sonoro de mil noches de arroyo y luna, de caricias entrelazadas con dedos de helada y beso, ecuador y polo en un mapa de sentimientos. El ayer vuelve a su realidad pasada, a su fue inmediato, al tiempo que la tapa del viejo baúl apaga la luz en la hoguera del recuerdo.
 Ha caído la noche sobre el patio en flor, sobre el desván, sobre mis manos que acunan letras. Y en el aire de este sueño del patio de mi alma en madrugada las rosas de tu nombre y el jazmín de tu mirada perfuman mi amanecer con el aire de tu beso.  
 
                                                       Imagen bajada de la red
                                                       https://youtu.be/WvsAD6PeVsw