ESCUCHANDO AL OLVIDO
Se ha sentado una ilusión esta tarde en un banco de un parque
bajo la ventana de mi ático. Ha perdido la mirada una y mil veces tras el
paisaje amarillo de mil hojas en danza infinita hasta el suelo. Ha mirado otras
mil veces más tras el lienzo tachonado de oro y rosa que el sol dibuja en la
cortina del atardecer.
A escuchado por enésima vez la canción de espuma y olas que
el mar canta desde la cercana playa, espejo de arena con versos de agua y
letras de espuma y rompeolas con olor a sal y poniente.
Sus ojos han leído una y otra vez las letras que han escrito
mil golondrinas en flor sobre un cielo que huele a verso y silencio. Sus oídos
son el eco infinito de un piano que suena en canciones azules con letras en
blanco y negro.
Ha caminado por las calles del día a la luz de anhelos en
carne viva y recuerdos no vividos de un corazón entre las manos. Ha parado sus
pasos por esquinas en flor y aceras con destino a lo imposible. Ha llorado y ha
reído a un mismo tiempo cuando un beso con vestido de jazmín le ha abierto las
puertas del presente, y un olor a cañuelo y luna llena ha sido espejo de un
sueño infinito.
Esta tarde quiere volar, pero le duele el alma, mira hacia la
nada y el silencio se sienta junto a ella. Con voz queda escribe unas palabras
en su oído. Una luz se ha encendido en su mirada y una sonrisa ha prendido
entre sus labios.
Ha aprendido que el olvido puede ser el aire para desplegar
las alas del alma.
Foto Juan José Hernández Maldonado
Foto Juan José Hernández Maldonado
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