SI PUEDIERA ESTAR
El muro a oscuras de
los sueños a solas se va iluminado tenuemente tras cada paso del tiempo, por
unas calles de blanco encalado, por unas paredes que bailan con sombras azules,
al son de los dedos del sol.
El aire pesado y sordo de tantas noches a solas es ahora
suave brisa con aroma de cañuelo en flor y rimas verdes de cañas eternas,
caricias recién nacidas con perfume de amapolas en campos de esperanzas. La
luna, eterno espejo de plata colgado del techo del cielo, borra su cara menguante
y luce llena en su paseo junto al sol por las aceras del día.
Con un suspiro se cierra la ventana del corazón y se guardan
todos los sueños, anhelos y deseos, en un
pequeño baúl. Y se cierra la tapa con la
llave de un beso en sequía, con la cerradura de un abrazo en espera. Llave y
cerradura, beso y abrazo, quedaron fundidos en unas letras que poco después
ardían en la hoguera de la tarde.
Al llegar de nuevo la
noche aquellas cenizas volaron entre nacientes estrellas, más allá del
horizonte, camino de un infinito que quedó prendido en la luz púrpura de un
amanecer, en la mirada infinita de unas pupilas de oscuro universo.
Imagen bajada de la red
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